El Contexto Social y Política Interior

Díaz
Ordaz actuó de manera severa contra las personas pertenecientes a las
instituciones del Estado, así como contra la población en general que él
consideraba no tenían una actitud favorable para el régimen y por lo tanto para
el establecimiento y respeto del orden social.
“Así
fue el caso de Amador Hernández en 1965, jefe de la Confederación Nacional
Campesina (CNC), cuándo este no pudo controlar un enfrentamiento armado entre
dos bloques rivales de campesinos; otro ejemplo fue en 1966, removiendo al Jefe
de Gobierno del Distrito Federal, Ernesto Uruchurtu, quien incurrió en un
escándalo por utilizar un bull-dozer para evitar que un grupo de personas se
establecieran en un predio abandonado” (Peter H. Smith, 1991, p. 357).
En
general, Díaz Ordaz se desarrolló como un gobernante estricto, intolerante ante
las situaciones en las que el control escapara fuera de su alcance de solución.

Debido
a esta situación, Díaz Ordaz no se permitió demostrar debilidad alguna y la
política interior fue de suma importancia y significó la manera de demostrar su
fortaleza y consolidar su ejercicio de poder ante los diversos sectores de la
sociedad, más aún en los que se encontraban en desacuerdo ante su gestión.
El
contexto internacional, se encontraba en un ambiente difícil con respecto a la
relación existente entre Estados Unidos y América Latina, debido principalmente
al asesinato del Presidente Kennedy. “Desde noviembre de 1963, Lyndon B.
Jhonson había tomado posesión como presidente interino de los EEUU tras el
asesinato de Kennedy. Jhonson continuaría con los raquíticos esfuerzos de la
Alianza para el progreso y con una política de reformismo más que de represión
ante las corrientes revolucionarias latinoamericanas” (Con la excepción, 1965
s/p).

Durante
estos años, la economía del país próspero, la moneda se mantuvo estable y los
precios de la canasta básica se mantuvieron, no obstante, durante este periodo
se hizo presente el descontento social, debido principalmente al ambiente
hostil que se vivía con respecto a las libertades y la participación de la
sociedad en los asuntos públicos del país.

Movimiento médico:
El
movimiento médico en México, durante el periodo de Díaz Ordaz simbolizó un
detonante importante del descontento social reflejado en diversos sectores de
la sociedad. No obstante el hecho de que las protestas vinieran de los médicos,
representó algo importante en la época, debido a que las protestas se gestaron
y desarrollaron en un sector de clase media que en ningún momento anterior se
había manifestado por motivos de descontento con respecto a sus condiciones
laborales y personales.
El
26 de Noviembre de 1964, se decidió
realizar un paro en el Hospital 20 de noviembre, debido a que las condiciones
de los médicos e internos no mejoraban en mucho tiempo. Los médicos del
Hospital Juárez, Hospital Colonia, Hospital San Fernando y Hospital General de
México decidieron unirse al paro.
“Los
paristas, constituidos en sesión permanente, constituyeron la AMMRI, Asociación
Mexicana de Médicos Residentes e Internos, independiente de todas las
organizaciones sindicales” (Casas, Reséndiz, Casas, 2009, p. 9). La AMMRI,
publico un pliego petitorio, en el que sus exigencias principales eran las
siguientes:
1.-
Mejorar el nivel económico de los médicos.
2.- Seguridad en el empleo.
3.-
Participación activa en los programas de enseñanza.
Se
estableció que el paro se levantaría en tanto las autoridades dieran
cumplimiento a las exigencias principales, mediante lo que se establecía en el
pliego petitorio. El director del Hospital General hizo un llamado para que el
personal de otros hospitales no paralizara el servicio médico. Justo ese año,
en medio de los conflictos y negociaciones entre el gobierno y los médicos,
Gustavo Díaz Ordaz tomo posesión del mandato presidencial.

No
obstante, el día 13 de enero de 1965 inicio un segundo paro, la AMMRI declaro
que fue reanudado debido al incumplimiento de las autoridades con lo acordado.Ante
el regresó al paro, las autoridades levantaron actas en contra de muchos
médicos y establecieron un plazo de 24 horas para regresar a las labores, de lo
contrario serian cesados de su puesto. Sorprendentemente, nadie cumplió el
plazo ni temió a las amenazas, por el contrario muchos médicos reconocidos, a
modo de solidaridad con el movimiento médico, renunciaron a sus cargos.
El
movimiento médico, comenzó a consolidarse de manera fuerte, un claro ejemplo de
esto, fue que “la sociedad médica del Hospital General designó varias
comisiones y redactaron una declaración de principios, para invitar a las
diversas sociedades médicas a formar una nueva alianza, surgiendo así la
Alianza de Médicos Mexicanos (AMM) En febrero y abril, la actividad política
entre los médicos residentes e internos, giro en torno a dos ejes: el acuerdo
presidencial y las repercusiones institucionales” (Casas. Reséndiz, Casas,
2009, p. 11).

“Este
conflicto laboral no fue el primero de los trabajadores públicos en el país
—nuestra historia está colmada de ellos— y por lo tanto su posible riqueza como
movimiento social no estriba en su exclusividad histórica, sino en la
peculiaridad social de los médicos, que dio un contenido a su actuación política,
provocando un determinado tipo de respuestas del Estado, así como de los
grupos, representantes y organizaciones de clase que constituían el contexto
social del momento” (Pozas, 1977, p. 1).
El
conflicto del sector médico, es un claro ejemplo del descontento social que se
vivía en el país, así mismo las medidas de acción implementadas por Gustavo
Díaz Ordaz y de más autoridades, muestran la característica de acción del
régimen de Ordaz, una manera bastante cerrada al dialogo y a la negociación, que
más que el bienestar y la defensa de los ciudadanos, defendía a toda costa el
establecimiento del orden.
Movimiento estudiantil:


Los
movimientos de protestas juveniles, se vieron principalmente reflejados en los
movimientos estudiantiles, que se
hicieron presentes primeramente en Morelia y Sonora, en donde “el gobierno
respondió enviando tropas militares para hacer un limpia en las casas de estudiantes
y restablecer el orden” (Clío, 1998, DVD).
Años
más tarde, el 22 de Julio de 1968, se dio una pelea entre estudiantes de una
vocacional y estudiantes de una preparatoria a lo que el cuerpo de granaderos
respondió con violencia, entrando a las instalaciones a golpear a los
estudiantes. “Estos hechos desencadenaron una serie de manifestaciones
estudiantiles, que igualmente se vieron reprimidas de manera violenta, a una
semana del conflicto, ya se hablaba de cuatrocientos lesionados y mil
detenidos” (Clío, 1998, DVD).

Los
estudiantes habían ganado terreno en las calles, hablando con la gente en
mercados, cafeterías, plazas públicas, haciendo colectas para recaudar fondos,
pegando pancartas y demás acciones que encaminaran al pueblo a unirse a la
lucha.

“Cientos
de miles de personas volvieron a salir a las calles el 13 de septiembre de 1968
para expresar que el silencio sería más elocuente que las palabras que
acallaron las bayonetas, según señalaba un volante que repartieron los
integrantes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) ese día” (La jornada, 2014).
El
18 de septiembre, el ejército ocupó Ciudad Universitaria y el 24 de septiembre,
el Casco de Santo Tomas. El gobierno había llevado a cabo una represión brutal
contra los jóvenes, contra la sociedad en general y peor aún contra el derecho
a la libertad de expresión y asociación.
“El
2 de octubre, los líderes estudiantiles que quedaban libres convocaron a un
mitin en la Plaza de las Tres Culturas, con una cuestión meramente informativa,
pretendían hacerlo de manera rápida y ordenada. Desde muy temprano, elementos
del ejército habían sido vistos en puntos cercanos al lugar del mitin, no
obstante no era algo fuera de lo normal, en las marchas y mítines el ejército
siempre había estado presente, vigilando a la distancia, pero esta vez hizo
algo más que vigilar” (Clío, 1998, DVD).
El
ejército actúo de la manera más violenta y cobarde; mediante una ráfaga de
disparos provenientes de todos los puntos posibles, durante poco más de una
hora y media terminaron con las palabras, la lucha y la vida de quienes ahí se
encontraban; estudiantes, profesores, periodistas, obreros, hombres, mujeres y
niños por igual fueron víctimas de las balas y los golpes comandados por un
gobierno intolerante, que no supo escuchar a su pueblo.
“El
gobierno manejó la represión como una “redada de agitadores”, justificando sus
actos como una medida preventiva para evitar que los estudiantes tomaran la
Secretaria de Relaciones Internacionales, ubicada cerca de la plaza de las Tres
Culturas. Años más tarde Gustavo Díaz Ordaz definiría el 2 de Octubre de 1968,
como “un incidente penoso en la historia de un pueblo” (Clío, 1998, DVD).
Ese
“penoso incidente”, significo un punto de quiebre en la política interior
mexicana, desencadenando una crisis de legitimidad. No era para menos, muchos
fueron los testigos de lo ocurrido, si bien
es cierto el régimen se había caracterizado por la dureza del presidente
y su gabinete, la represión en su máxima expresión, provoco el descontento
social, así como la desaprobación y actitud hostil ante el gobierno.
Entre
los políticos influyentes se rumoraba que el mayor responsable de lo ocurrido
en la represión de Tlatelolco había sido Luis Echeverría, el entonces
Secretario de Gobernación y futuro presidente y precisamente debido a ello,
Díaz Ordaz asumió la responsabilidad de lo ocurrido, para encaminar sin
problema alguno, la presidencia Echeverría. No obstante, la disidencia social
fue inevitable para el nuevo sexenio, ya que el pueblo aún se encontraba
dolido, molesto y consiente de las vejaciones sufridas por los estudiantes.
ME FUE DE MUCHA AYUDA!! GRACIAS...
ReplyDeleteMe sirvió mucho, gracias:)
ReplyDeleteMESSIRVE B)
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