El Contexto Social y Política Interior

El sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, se caracterizó en el ámbito social, por ser una política dura, estricta y disciplinada hasta cierto punto, asumiendo el papel del paternalismo con respecto a la población.
Díaz Ordaz actuó de manera severa contra las personas pertenecientes a las instituciones del Estado, así como contra la población en general que él consideraba no tenían una actitud favorable para el régimen y por lo tanto para el establecimiento y respeto del orden social.
“Así fue el caso de Amador Hernández en 1965, jefe de la Confederación Nacional Campesina (CNC), cuándo este no pudo controlar un enfrentamiento armado entre dos bloques rivales de campesinos; otro ejemplo fue en 1966, removiendo al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Ernesto Uruchurtu, quien incurrió en un escándalo por utilizar un bull-dozer para evitar que un grupo de personas se establecieran en un predio abandonado” (Peter H. Smith, 1991, p. 357).
En general, Díaz Ordaz se desarrolló como un gobernante estricto, intolerante ante las situaciones en las que el control escapara fuera de su alcance de solución.
La situación bajo la cual Gustavo Díaz Ordaz fue el candidato a la presidencia, fue un tanto problemática con respecto a las personas pertenecientes al ala izquierdista del PRI, ya que consideraban que Días Ordaz no cumplía con las caracteristicas que debían representar al partido de la revolución, es más, lo encontraban con mayores similitudes hacía la postura derechista.
Debido a esta situación, Díaz Ordaz no se permitió demostrar debilidad alguna y la política interior fue de suma importancia y significó la manera de demostrar su fortaleza y consolidar su ejercicio de poder ante los diversos sectores de la sociedad, más aún en los que se encontraban en desacuerdo ante su gestión.

El contexto internacional, se encontraba en un ambiente difícil con respecto a la relación existente entre Estados Unidos y América Latina, debido principalmente al asesinato del Presidente Kennedy. “Desde noviembre de 1963, Lyndon B. Jhonson había tomado posesión como presidente interino de los EEUU tras el asesinato de Kennedy. Jhonson continuaría con los raquíticos esfuerzos de la Alianza para el progreso y con una política de reformismo más que de represión ante las corrientes revolucionarias latinoamericanas” (Con la excepción, 1965 s/p).
La política exterior de Gustavo Díaz Ordaz, aparentemente era un éxito en tanto las relaciones comerciales y demás cuestiones diplomáticas  con el extranjero, se fortalecían y aumentaban cada vez más. Era posible observar al presidente en visitas de Estado en diversos países del mundo, para tratar importantes relaciones diplomáticas que servirían para el buen desarrollo del país, por lo tanto las mejoras económicas que se verían reflejadas en la calidad de vida de los mexicanos.
Durante estos años, la economía del país próspero, la moneda se mantuvo estable y los precios de la canasta básica se mantuvieron, no obstante, durante este periodo se hizo presente el descontento social, debido principalmente al ambiente hostil que se vivía con respecto a las libertades y la participación de la sociedad en los asuntos públicos del país. 
 El descontento social, debido a las malas condiciones laborales y la nula integración de la sociedad en la actividad política, desencadenaron diversas manifestaciones sociales, lo sorprendente y alarmante para el gobierno de Díaz Ordaz y para la opinión de los intelectuales es que las principales exigencias provenían de la clase media mexicana, quien se suponía no debería haber tenido problema alguno debido a los beneficios económicos de la administración de Gustavo Díaz Ordaz. La realidad demostraba algo completamente distinto a la idea de orden y bienestar de Díaz Ordaz, el descontento de la sociedad era un hecho que se vio reflejado en los distintos movimientos sociales, principalmente el movimiento médico y el movimiento estudiantil.

         Movimiento médico:

El movimiento médico en México, durante el periodo de Díaz Ordaz simbolizó un detonante importante del descontento social reflejado en diversos sectores de la sociedad. No obstante el hecho de que las protestas vinieran de los médicos, representó algo importante en la época, debido a que las protestas se gestaron y desarrollaron en un sector de clase media que en ningún momento anterior se había manifestado por motivos de descontento con respecto a sus condiciones laborales y personales.
El 26 de  Noviembre de 1964, se decidió realizar un paro en el Hospital 20 de noviembre, debido a que las condiciones de los médicos e internos no mejoraban en mucho tiempo. Los médicos del Hospital Juárez, Hospital Colonia, Hospital San Fernando y Hospital General de México decidieron unirse al paro.
“Los paristas, constituidos en sesión permanente, constituyeron la AMMRI, Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos, independiente de todas las organizaciones sindicales” (Casas, Reséndiz, Casas, 2009, p. 9). La AMMRI, publico un pliego petitorio, en el que sus exigencias principales eran las siguientes:
1.- Mejorar el nivel económico de los médicos.
2.-  Seguridad en el empleo.
3.- Participación activa en los programas de enseñanza.

Se estableció que el paro se levantaría en tanto las autoridades dieran cumplimiento a las exigencias principales, mediante lo que se establecía en el pliego petitorio. El director del Hospital General hizo un llamado para que el personal de otros hospitales no paralizara el servicio médico. Justo ese año, en medio de los conflictos y negociaciones entre el gobierno y los médicos, Gustavo Díaz Ordaz tomo posesión del mandato presidencial.

La AMMRI conformó una comisión de prensa que mediante sus representantes se encargó de hacerle llegar al Presidente de la República sus peticiones. El 8 de Diciembre se acordó una primera entrevista entre los médicos y Díaz Ordaz, quien expreso no resolvería personalmente el problema, pero lo dejaría en manos de las instancias correspondientes. Los resultados de las negociaciones, fueron publicados en una carta dirigida al Presidente Gustavo Díaz Ordaz, agradeciendo su apoyo para resolver el conflicto de la mejor manera posible.
No obstante, el día 13 de enero de 1965 inicio un segundo paro, la AMMRI declaro que fue reanudado debido al incumplimiento de las autoridades con lo acordado.Ante el regresó al paro, las autoridades levantaron actas en contra de muchos médicos y establecieron un plazo de 24 horas para regresar a las labores, de lo contrario serian cesados de su puesto. Sorprendentemente, nadie cumplió el plazo ni temió a las amenazas, por el contrario muchos médicos reconocidos, a modo de solidaridad con el movimiento médico, renunciaron a sus cargos.
El movimiento médico, comenzó a consolidarse de manera fuerte, un claro ejemplo de esto, fue que “la sociedad médica del Hospital General designó varias comisiones y redactaron una declaración de principios, para invitar a las diversas sociedades médicas a formar una nueva alianza, surgiendo así la Alianza de Médicos Mexicanos (AMM) En febrero y abril, la actividad política entre los médicos residentes e internos, giro en torno a dos ejes: el acuerdo presidencial y las repercusiones institucionales” (Casas. Reséndiz, Casas, 2009, p. 11).
El presidente Díaz Ordaz declaro su negativa de recibir a los, médicos hasta que reanudaran labores. “A tres días del paro, 26 de Agosto, la fuerza pública con 5 capitanes y 100 granaderos desalojaron a residentes e internos de los hospitales 20 de Noviembre, colonia, entre otros. El 1 de septiembre, el presidente Díaz Ordaz en su informe anual, refiriéndose al conflicto médico, declaró enérgicamente la necesidad de sancionar a los responsables de los graves daños ocasionados en la sociedad y en el país” (Casas, Reséndiz, Casas 2009, p. 13).
“Este conflicto laboral no fue el primero de los trabajadores públicos en el país —nuestra historia está colmada de ellos— y por lo tanto su posible riqueza como movimiento social no estriba en su exclusividad histórica, sino en la peculiaridad social de los médicos, que dio un contenido a su actuación política, provocando un determinado tipo de respuestas del Estado, así como de los grupos, representantes y organizaciones de clase que constituían el contexto social del momento” (Pozas, 1977, p. 1).
El conflicto del sector médico, es un claro ejemplo del descontento social que se vivía en el país, así mismo las medidas de acción implementadas por Gustavo Díaz Ordaz y de más autoridades, muestran la característica de acción del régimen de Ordaz, una manera bastante cerrada al dialogo y a la negociación, que más que el bienestar y la defensa de los ciudadanos, defendía a toda costa el establecimiento del orden.

     Movimiento estudiantil:


A nivel internacional, los años 60 a nivel social y en el ideario colectivo de los jóvenes, se vieron marcados por la rebeldía, la revolución y la contraposición al orden establecido. Fue la liberación de la juventud, en diversos ámbitos, la música estaba encaminada a la desobediencia hacia un régimen represor y autoritario, el consumo de drogas era predominante entre la juventud, la sexualidad dejo de ser un tabú en muchos sentidos, los ideales de la revolución cubana fueron los ideales de la juventud de los 60 y muchas cosas más encaminadas a la liberación y la protesta contra el régimen, contra la guerra y contra la autoridad mal encaminada.
Dentro de esta cultura anti represión y rebelde que se consolidaba en todo el mundo, México no resultó ser la excepción, esta situación resultó  bastante importante  en la época, ya que se vivía un régimen estricto, cerrado e intolerante ante cualquier manifestación que expresara un descontento con la manera en la que se estaban llevando las cosas y más aún ante cualquier manifestación que exigiera un cambio.
Los movimientos de protestas juveniles, se vieron principalmente reflejados en los movimientos estudiantiles, que  se hicieron presentes primeramente en Morelia y Sonora, en donde “el gobierno respondió enviando tropas militares para hacer un limpia en las casas de estudiantes y restablecer el orden” (Clío, 1998, DVD).
Años más tarde, el 22 de Julio de 1968, se dio una pelea entre estudiantes de una vocacional y estudiantes de una preparatoria a lo que el cuerpo de granaderos respondió con violencia, entrando a las instalaciones a golpear a los estudiantes. “Estos hechos desencadenaron una serie de manifestaciones estudiantiles, que igualmente se vieron reprimidas de manera violenta, a una semana del conflicto, ya se hablaba de cuatrocientos lesionados y mil detenidos” (Clío, 1998, DVD).
 Ante estas acciones el rector Barros Sierra, se pronunció en contra de la represión estudiantil y encabezo una marcha, una de las tantas que surgirían a partir de entonces para exigir al gobierno la libertad de los presos políticos, la desaparición de los cuerpos policiacos de represión así como la derogación de los artículos 145 y 145 bis de código penal.
Los estudiantes habían ganado terreno en las calles, hablando con la gente en mercados, cafeterías, plazas públicas, haciendo colectas para recaudar fondos, pegando pancartas y demás acciones que encaminaran al pueblo a unirse a la lucha.
Para Agosto de 1968, el movimiento se encontraba en su pleno auge, con una manifestación en la plancha del zócalo, a la espera de la respuesta del gobierno ante las peticiones estudiantiles. Al igual que las demás marchas, esta manifestación fue reprimida de manera violenta por el ejército, que desalojo a los tres mil ocupantes. “El 13 de septiembre, el movimiento se encontraba debilitado y amenazado por las tanquetas militares a fuera de los campus estudiantiles, no obstante se dio una batalla cívica, denominada la  manifestación del silencio” (Clío, 1998, DVD).
“Cientos de miles de personas volvieron a salir a las calles el 13 de septiembre de 1968 para expresar que el silencio sería más elocuente que las palabras que acallaron las bayonetas, según señalaba un volante que repartieron los integrantes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) ese día” (La jornada, 2014).

El 18 de septiembre, el ejército ocupó Ciudad Universitaria y el 24 de septiembre, el Casco de Santo Tomas. El gobierno había llevado a cabo una represión brutal contra los jóvenes, contra la sociedad en general y peor aún contra el derecho a la libertad de expresión y asociación.
“El 2 de octubre, los líderes estudiantiles que quedaban libres convocaron a un mitin en la Plaza de las Tres Culturas, con una cuestión meramente informativa, pretendían hacerlo de manera rápida y ordenada. Desde muy temprano, elementos del ejército habían sido vistos en puntos cercanos al lugar del mitin, no obstante no era algo fuera de lo normal, en las marchas y mítines el ejército siempre había estado presente, vigilando a la distancia, pero esta vez hizo algo más que vigilar” (Clío, 1998, DVD).
El ejército actúo de la manera más violenta y cobarde; mediante una ráfaga de disparos provenientes de todos los puntos posibles, durante poco más de una hora y media terminaron con las palabras, la lucha y la vida de quienes ahí se encontraban; estudiantes, profesores, periodistas, obreros, hombres, mujeres y niños por igual fueron víctimas de las balas y los golpes comandados por un gobierno intolerante, que no supo escuchar a su pueblo.

“El gobierno manejó la represión como una “redada de agitadores”, justificando sus actos como una medida preventiva para evitar que los estudiantes tomaran la Secretaria de Relaciones Internacionales, ubicada cerca de la plaza de las Tres Culturas. Años más tarde Gustavo Díaz Ordaz definiría el 2 de Octubre de 1968, como “un incidente penoso en la historia de un pueblo” (Clío, 1998, DVD).
Ese “penoso incidente”, significo un punto de quiebre en la política interior mexicana, desencadenando una crisis de legitimidad. No era para menos, muchos fueron los testigos de lo ocurrido, si bien  es cierto el régimen se había caracterizado por la dureza del presidente y su gabinete, la represión en su máxima expresión, provoco el descontento social, así como la desaprobación y actitud hostil ante el gobierno.
Entre los políticos influyentes se rumoraba que el mayor responsable de lo ocurrido en la represión de Tlatelolco había sido Luis Echeverría, el entonces Secretario de Gobernación y futuro presidente y precisamente debido a ello, Díaz Ordaz asumió la responsabilidad de lo ocurrido, para encaminar sin problema alguno, la presidencia Echeverría. No obstante, la disidencia social fue inevitable para el nuevo sexenio, ya que el pueblo aún se encontraba dolido, molesto y consiente de las vejaciones sufridas por los estudiantes.






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